En esta aportación al blog vamos a comenzar el tema de Injertos en fruticultura, que esperamos poder continuar en breve.
Por la Prof Dra. Isabel González Barragán
Multiplicación de especies
Obtener nuevos individuos a partir de una planta madre puede hacerse de diversas formas: multiplicación por semilla (también llamada sexual o reproducción) o multiplicación vegetativa si partimos de un trozo de vegetal (tallo, raíz u hoja).
Cuando se reproduce a partir de semillas (obtenidas de los frutos de los árboles), los individuos que se obtienen no tienen por qué ser idénticos entre sí, ni a la planta madre. Proceden de fecundación (padre – madre) y la fecundación no garantiza el mantenimiento de una línea pura (no sirve para perpetuar una variedad): los hijos no tienen porqué ser iguales que los padres.
La multiplicación por semilla no reproduce fielmente los caracteres de sus progenitores, pero tienen un sistema radicular potente y profundo por lo que este método se utiliza para la obtención de patrones francos: para injertar sobre ellos la variedad que se quiere cultivar. Incluso en muchas especies, para la obtención de patrones francos, es mejor utilizar semillas de árboles silvestres, aislados y que den una fruta muy basta y regresiva.
Un ejemplo: el melocotonero injertado sobre franco. Lo que buscamos con el patrón franco es su rusticidad y adaptación al medio.
EL INJERTO
¿Te imaginas un manzano que dé cuatro variedades de manzanas: Golden, Reineta, Royal gala y Fuji? ¿o un almendro que, el mismo árbol, produzca melocotones y almendras? Podría hacerse mediante injertos.
El injerto es un método de multiplicación vegetativa que consiste en soldar una o más porciones de la planta (variedad) que se desea reproducir en una planta de la misma especie o de una especie afín, con el objetivo de obtener un nuevo individuo.
Se unen dos plantas: la que proporciona el sistema radicular recibe el nombre de patrón, pie o portainjerto y la que proporciona la parte aérea se llama púa o variedad.
El patrón puede proceder de semilla en cuyo caso se denomina patrón franco. Si se ha obtenido por multiplicación asexual o vegetativa (estaquillado, acodo, etc) se conoce con el nombre de patrón clonal.
Una vez unidas esas dos porciones de dos plantas distintas, se desarrollan como una sola planta, aunque tanto patrón como variedad conservan cada uno sus propias características. Las capas leñosas y corticales continúan desarrollándose sin que las fibras y los vasos de uno se entrelacen con las fibras y los vasos del otro. Existe contacto íntimo, soldadura y vida en común, pero no amalgama. Además, debe hacerse resaltar que en una unión de injerto no se efectúa una mezcla de contenidos celulares. Las células producidas por el patrón y la púa conservan cada una de ellas su propia identidad. En el desarrollo normal del árbol injertado, éste se nutre de las sustancias elaboradas por sus hojas, y de las absorbidas del suelo por las raíces.
Aquí hay que desterrar las falsas creencias de que con un injerto se obtiene un fruto nuevo. El falso mito más extendido es el de la nectarina, de la que se dice que procede de un injerto entre una ciruela y un melocotón. Falso: si pudiéramos injertar un melocotón sobre un ciruelo daría melocotones. Y si pudiéramos injertar un ciruelo sobre un melocotón daría ciruelas. Pero nunca una combinación entre los dos frutos.
RAZONES PARA INJERTAR.
Los injertos en fruticultura sirven para diferentes propósitos, como son los siguientes:
- Reproducir clones.
- Aprovechar algunas características beneficiosas de ciertos patrones, como resistencia a la caliza, sequía, suelos compactos, a enfermedades y plagas, mayor o menor vigor, etc.
- Cambiar el cultivar o variedad de plantaciones ya establecidas. Por ejemplo: estábamos cultivando cierta variedad de melocotón pero queremos cambiar a otra variedad. Injertaríamos los árboles actuales con la nueva variedad deseada.
- Acelerar la madurez reproductiva de las plantas. El injerto acorta el periodo de juventud y acelera la entrada en producción.
- Reparar partes dañadas de los árboles (raíz, tronco, ramas).
- Para estudiar determinadas enfermedades y virus en algunos patrones y variedades.
FORMACIÓN DE LA UNIÓN DEL INJERTO.
El proceso de la unión del injerto es el mismo que ocurre cuando cicatriza una herida, con la diferencia que la unión o conexión vascular ocurre entre dos plantas distintas.
El tejido cortado de la púa, se coloca en contacto seguro, íntimo, con tejido similar cortado del patrón, de manera que las regiones cambiales de ambos estén en estrecho contacto. Es decir, hay que poner en íntimo contacto el cambium del patrón con el de la variedad. Cuanto más contacto cambial haya, mayores son las probabilidades de que el injerto agarre. Los injertadores suelen decir: “madera con madera y corteza con corteza”.
Es importante que la unión se produzca lo antes posible para que las yemas de la púa no entren en actividad antes de producirse la unión del injerto, pues en caso contrario, la púa se secaría y el injerto no prendería.
FACTORES QUE INFLUYEN EN LA CICATRIZACIÓN DEL INJERTO.
Condiciones ambientales adecuadas durante y después de efectuados injertos en frutiultura. Estas condiciones son:
Temperatura. Tiene un marcado efecto sobre la formación del tejido de callo (cicatrización). En manzano, por ejemplo, a menos de 0°C y más de 40°C no hay producción de este tejido. Entre 4 y 32°C la producción de callo aumenta linealmente con la temperatura. Para que haya crecimiento el umbral de temperatura se sitúa desde los12 -15ºC hasta los 30 – 35ºC. El óptimo para la cicatrización se sitúa alrededor de los 18ºC.
Humedad. Como las células que forman el tejido de callo son de pared delgada y delicada, se pueden desecar con mucha facilidad si se exponen al aire; por ello hay que mantener una humedad ambiental adecuada. Para evitar la desecación se atan con polietileno, que permite el paso del oxígeno y evita las pérdidas de agua. El atado evita, además, que el injerto se mueva.
Oxígeno. Se ha demostrado que para la producción de tejido de callo es necesaria la presencia de oxígeno. Esto es lógico ya que la división y el crecimiento rápido de las células van acompañados de una respiración elevada, la cual requiere oxígeno. Por esto en el atado se emplea un material que permita el paso del oxígeno.
Contacto cambial. Cuanto mayor sea el número de células del cambium del patrón y de la púa que se pongan en contacto, mayor es la multiplicación y mejor se produce la unión. Por ello conviene atar los injertos, para mantener ese contacto íntimo.
Época o momento en que se realiza el injerto. Para que la unión se produzca adecuadamente es bueno que el patrón esté en actividad vegetativa y las yemas de la púa un poco más retrasadas para evitar que éstas broten antes de que se haya producido la unión.
Los mejores momentos para realizar injertos son:
Primavera: Se recogen las púas unas dos o tres semanas antes de que se vaya a realizar el injerto, o bien con púas procedentes de la poda y que se han conservado estratificadas hasta el momento de realizar el injerto. El injerto de primavera se conoce con el nombre de injerto a ojo velando.
Otoño: No coincide exactamente con el otoño climatológico, sino que se realiza un poco antes. Las púas se toman de brotes en los que se dé la dominancia apical de la yema terminal, y como consecuencia sus yemas laterales y basales estén en latencia. El injerto de otoño se conoce con el nombre de injerto a ojo dormido.
Afinidad y compatibilidad entre patrón y púa. Para poder realizar un injerto es necesario que entre ambos organismos exista afinidad.
La afinidad puede definirse como la cualidad existente entre dos individuos vegetales, para que puestos en contacto el cambium del uno con el del otro, tenga lugar la soldadura de los tejidos, es decir, el prendimiento.
La afinidad tiene una cierta relación con el parentesco taxonómico de las plantas que se injertan. Cuanto más cercano es el parentesco más posibilidades hay de que se presente afinidad entre ellas, aún cuando existen numerosas excepciones en uno u otro sentido.
Partiendo de la clasificación botánica: Familia / Género/ Especie / Variedad, podemos afirmar:
Hay total afinidad entre vegetales que pertenecen a una misma variedad o clon (ej. manzana reineta sobre manzana reineta).
También hay total afinidad entre las distintas variedades pertenecientes a una misma especie (ej., cualquier variedad de manzano sobre cualquier manzano).
Entre diferentes especies del mismo género no siempre existe afinidad, aunque la hay en gran cantidad de casos. Como ejemplo de gran afinidad de especies del mismo género pueden citarse los cítricos, en los que la afinidad es total entre todas las especies en sus
diversas combinaciones. Esta situación, sin embargo, no se presenta en el género Prunus, que comprende a los frutales de hueso, entre los que existen diversas situaciones respecto a afinidad. Tampoco entre los frutales de pepita suele existir gran afinidad entre especies.
El injerto entre plantas de géneros diferentes, pero pertenecientes a una misma familia, suele presentar mayores porcentajes de falta de afinidad, siendo, en realidad, raros los casos en que esta existe. La hay por ejemplo entre el peral y el membrillero.
Entre plantas pertenecientes a familias distintas no suele existir afinidad.
Pero como ya decíamos anteriormente, la proximidad botánica nos da una idea de la mayor o menor afinidad entre individuos, pero no hay una regla fija.
Hay que hacer una clara distinción entre lo que es la afinidad y lo que representa la compatibilidad. Si el primer término indica el hecho de que pueda realizarse la soldadura entre las dos partes vegetales, el segundo, es decir, la compatibilidad comprende la facultad de permanencia de esa unión de una forma satisfactoria para el conjunto a lo largo del tiempo.
En muchas combinaciones de injerto ha sido observada afinidad, que ha determinado la soldadura inicial, pero no existiendo compatibilidad entre las partes, el injerto ha dejado de tener éxito, ya sea por ruptura y separación de la unión, ya por muerte del organismo resultante sin síntomas localizados o por cualquier otra causa.
CRITERIOS PARA PREPARAR LAS PÚAS O VARIEDADES CON LAS QUE SE QUIEREN HACER INJERTOS EN FRUTICULTURA
Son preferibles las púas procedentes de los ramos del año. Se deben preparar de forma que contengan 3 yemas. La forma que hay que darle para la incrustación va a depender del tipo de injerto, lo veremos más adelante en otro artículo de este blog.
La planta madre debe ser una planta sana, libre de enfermedades. Además, debe representar fielmente los caracteres de la variedad que queremos reproducir.
Hay veces que las púas del material varietal deben ser almacenadas durante bastante tiempo, como ocurre con algunos injertos de primavera, en los que las púas pueden proceder de la poda realizada en invierno. En estos casos, las púas hay que conservarlas estratificadas en zanjas previamente desinfectadas. Así van evolucionando lentamente hasta el del injerto.
Cuando el material varietal tiene hojas es muy difícil de conservar, pues pierde agua inmediatamente. En estos casos hay que realizar de forma rápida el injerto (injertos de verano y otoño). Para reducir la transpiración se suelen eliminar algunas hojas, y de cada una de las que quedan se corta la mitad o una parte.
BIBLIOGRAFÍA sobre Injertos en Fruticultura
Baldini, E. (1992) Arboricultura General. Ed Mundi-Prensa, Madrid.
Gil-Albert, F.() Tratado de Arboricultura Frutal. Coed M.A.P.A. – Mundi-Prensa.